Viajar siempre es un aprendizaje, puede ser una forma de vida, quizás un hobby o tal vez una manera de romper con la rutina. Existen distintos modos de viajar. Hay quienes prefieren hacerlo de forma tradicional comprando paquetes en el que viene todo incluido, como también hay quienes eligen viajar en la comodidad de su auto, pero existe una alternativa que resulta completamente adrenalínica: viajar con poco dinero y muchas veces sin destino.
Hacer dedo en las rutas es una práctica que en estos últimos años se ha vuelto muy habitual entre los jóvenes de diversas clases sociales y diferentes latitudes de nuestra región. La diferencia con otras formas de viaje es que se generan vínculos con quienes deciden levantarte en su auto o camión, y en la mayoría de los casos suele ser más de un solo conductor quien los lleva a su destino. Este tipo de viaje tiene la peculiaridad de poder llegar a lugares que escapan de circuito típicamente turísticos, pero que sin embargo son lugares llenos de experiencias incluso mucho más enriquecedoras. Además, brinda la chance de poder conocer a todo tipo de personas, de modo más profundo.
Entre el sin número de destinos preferidos, tanto por los mochileros como por los turistas más tradicionales, está el Macchu Picchu, monumento arqueológico más emblemático de Perú, una joya arquitectónica que aún guarda vestigios de una cultura enigmática y sorprendente como la cultura Inca. Si estimamos los costos hoy en Argentina un pasaje a Cuzco por 7 días, con todo incluido, cuesta alrededor de $45.000. Se calcula que un mochilero con ese mismo dinero, puede hacer un viaje por Bolivia, el Sur de Perú, incluido Cuzco, y el norte argentino durante 2 meses aproximadamente. Y no se trata de salir sin dinero, sino de poder administrarlo de la mejor manera para que rinda mucho más.
Umbrales del Sur entrevistó a tres mochileros: por un lado esta Victoria Posada de 24 años, estudiante de Historia del Arte, que entre sus diferentes viajes, dos fueron realizados íntegramente a dedo: “la primera experiencia fue un viaje corto de Mendoza a Córdoba con una amiga y el segundo fue un viaje con mi novio mucho más largo, partimos desde Mendoza y llegamos hasta Cuzco, pasando por Bolivia y al regreso por Chile. Anecdóticamente siempre he viajado de a dos. Una cosa es hacer un viaje más típico, al estilo vacaciones familiares, suelo hacer con mis padres, y otra es hacer dedo, eso implica una experiencia más adrenalínica, es siempre un viaje de conocimiento antes que, de relajo, son experiencias únicas y uno se lo toma con mucha predisposición”.
Por otro lado, Gabriel Schmulevich quien ha viajado tres veces a dedo nos dijo “la primera vez viaje al sur con un amigo, fue un poco difícil, estuvimos tres horas esperando en la ruta. La segunda vez viaje por Chile, la idea era llegar hasta Macchu Picchu y nos llevó un señor con su hija, fue una experiencia única, el señor era muy amable, nos invitó a comer, nos pagó el alojamiento. La tercera vez salí solo, primero en colectivo una parte del viaje y luego a dedo el resto, decidí hacerlo así porque leí en algún blog que todos deberíamos alguna vez viajar solos y me mandé jajaja”.
Por último, Cristina Patiño estudiante de Comunicación social, nos comentó de su travesía en mochila desde Mendoza a chile: “me gusta viajar de esta manera no solo porque es más económica, sino también porque la experiencia es más significativa que si te pagaras un viaje, en el sentido que tenes la chance de conocer mucho más, conoces realmente a la gente del lugar, conoces los sitios más en profundidad e incluso conoces localidades que no son turísticos pero que valen la pena conocerlas”.
Ahora bien, quienes son la almas caritativas que suelen levantar a los mochileros, muchos coinciden que son los camioneros, pero esto no quiere decir que sean los únicos. Muchos automovilistas particulares se animan a llevarlos, por lo general son aquellas personas más abiertas de mente, aunque también familias con hijos mochileros y que sienten de alguna manera que “devuelven el favor”, entre otros. Pero volvamos a los camioneros estos son por excelencia quienes transportan a estos amantes de la ruta. Tuvimos la palabra de dos conductores para charlar sobre este tema.
Luis González trabaja hace 17 años conduciendo camiones, lleva 5 años trabajando en la misma empresa y transporta materiales de construcción al sur. En dialogó Umbrales del Sur Luis nos contó que siempre que viaja lleva a alguien que encuentra en el camino. “Camino al sur, en la ruta, hay muchos mochileros haciendo dedo. Hay caminos que me gusta hacerlo solo, pero llega un momento en el que te aburrís, que necesitas a alguien para que te cuente algo. Suelo llevar por lo general a jóvenes, a parejas o a chicas porque de esa manera me siento más seguro; y en el camino hablamos de todo, a veces se convierten en mis psicólogos o yo en el de ellos, es muy divertido. Me gusta la manera y el entusiasmo que tiene cuando viajan”.
A diferencia de Luis, Rubén Miranda, quien trabaja conduciendo un camión y transporta todo tipo de mercadería hacia Chile con su acoplado, aclaro “mi problema es la seguridad, no levanto mochileros por ese motivo. Solo una vez lleve a una pareja de Mendoza hasta Córdoba, pero porque me dieron lastima, sin embargo, me encanto la experiencia, me hice muy amigo, me pasaron su dirección para cuando quisiera ir a visitarlos, pero como decía, hoy estamos viviendo tiempos difíciles y tenemos que cuidarnos. Por otro lado, la empresa lo prohíbe, supongamos que llevas a alguien y tenes un accidente, ahí corres con problemas legales porque solo tenes seguro para vos y no para tu acompañante”.
Si bien las posturas son
contrarias, los dos camioneros reconocen que tuvieron excelentes experiencias
con los viajeros. El momento económico que vive el país, no es el mejor momento para planificar unas vacaciones o un viaje a
la manera más tradicional. Pero eso no debe ser motivo para no viajar, sino más
bien la excusa perfecta para poder aventurarse al menos una vez en la ruta,
tomar unos pocos pesos, agarrar la mochila y salir a buscar esa sensación
llamada libertad.

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