martes, 6 de noviembre de 2018

Le Chef du Cartier



Desde el suculento taco mexicano, el sándwich cubano, la arepa colombiana, el anticucho peruano, el completo chileno, el acaraje de Brasil hasta el irresistible choripan argentino, todos ellos se convierten día a día en la solución perfecta ante la triada fatal: poco tiempo, poca plata y mucha hambre.

La comida ambulante y los platos al paso son una marca cultural muy distintiva de nuestra de  América latina, con casi el 50% de los habitantes come regularmente en la calle,  lo hacen en medio de la jornada laboral, en el espacio entre clases o de camino al trabajo y dan como razón a este comportamiento la falta de tiempo y en otras ocasiones el antojo.
A pesar de que existe cierto recelo en alguna parte de la sociedad, intentando aparejar esta práctica cultural con concepciones peyorativas, se le atribuye una insalubridad solo por ser un producto que se expende en la calle. En la práctica, muchos de los vendedores tratan de romper con este estereotipo social de que la comida de calle es insalubre, usando ingredientes especialmente frescos y bien cuidados.
La venta de alimentos en la vía pública en América Latina, se ve enmarcado por paisajes arquitectónicos urbanos fastuosos que se fusionan con los vendedores ambulantes a las afueras de las oficinas, los colegios y los parques. Esto obedece a múltiples motivos como la enorme congestión urbana, largas distancias recorridas cotidianamente entre el lugar de trabajo o de estudios y el hogar, y una escasez o ausencia de establecimientos que sirvan alimentos a precios razonables.

La comida callejera está estrechamente relacionada con la economía informal, según la Organización Internacional del Trabajo la economía informal representa un 47% del empleo en Latinoamérica. Hoy en día se reconoce que los vendedores ambulantes de alimentos son un elemento necesario de la vida urbana cotidiana, en especial en los países en vías de desarrollo. La venta de alimentos en la vía pública genera empleos, es un elemento importante de las economías de la mayor parte de los países latinoamericanos donde el proceso de industrialización es muy escaso aun.

Esta actividad gastronómica informal se puede apreciar mucho más en unos países que en otros dependiendo, esto depende de su nivel de industrialización, mientras menos industrializado un país mayor es la venta de comida callejera. Pero este tipo de trabajo no solo genera puesta de empleo de manera directa e indirecta, en ciertos casos, representa el único medio de sostén de personas desempleadas y sus familias. Además contribuye de modo activo al turismo, atrayendo viajeros de todos partes del mundo en busca de sabores nuevos y generando a su vez un volumen sustancial de transacciones monetarias que estimulan las economías nacionales de los países en cuestión.
Por este motivo, elaborar una reglamentación que promueva la operación ordenada de la venta callejera y se deje de lado la persecución de la que son víctimas, los vendedores ambulantes de comida, es necesaria. Implementar una política que proporcione servicios básicos y talleres de manejo de alimentos para reducir o eliminar las potenciales amenazas a la salud pública y que esta actividad se realice de manera completamente segura.

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